La fabricación del vino es un proceso complejo y delicado donde intervienen muchos factores que luego afectarán directamente a su calidad. Son importantes no sólo las variedades de uva con las que se produce, sino las cualidades del suelo donde se cultivan, el clima de ese año (que afectará a la maduración y azúcares del fruto), el momento de la cosecha o la exactitud en los procesos. Estas últimas evitarán oxidaciones innecesarias de la bebida manteniendo su sabor.
El proceso de fabricación del vino comienza en la cosecha y es igual para un vino tinto, rosado o blanco. Es crucial decidir cual es el momento exacto de la recolección de la uva porque según la maduración, presentará distinta cantidad de azúcares o distinta acidez. Debe ser un proceso cuidadoso, donde no se dañe la planta ni la uva, y puede ser industrial o a mano.
Para que no se altere la calidad de la fruta cosechada, debe entrar en bodega el mismo día de la recolección. Allí, el primer paso será retirar mecánicamente, los restos de hojas, sarmientos y escobajos (la estructura del racimo) que no deben participar de la fermentación porque aportarían sabores astringentes o herbáceos.
A continuación las bayas de uva son estrujadas para obtener el mosto. Según la variedad de vino, se separarán los hollejos (piel de la uva) o pasarán a los tanques de fermentación junto con el zumo.
Si el vino es tinto, se pasa la piel de la uva y las semillas, que será lo que aportará el color y se produce el macerado durante varios días en tanques de acero inoxidable. En este momento es cuando el vino adquirirá su color y aromas finales.
A continuación comienza la fermentación que es cuando las levaduras comienzan a actuar a temperaturas cálidas 30º a 35º) y hacen que el azúcar de la uva se transforme en alcohol. Este proceso dura varios días y debe ser controlado para que no haya levaduras en exceso ni en falta y se adquiera una graduación alcohólica de entre 11º a 13º (en el caso de un vino tinto).
Los procesos químicos harán que los restos sólidos del vino suban a la parte superior del tanque formando un sombrero. En esta etapa ese “sombrero” se separa del líquido y el vino se pasa a otro tanque.
Si el vino es joven, al finalizar los procesos anteriores, ya se puede embotellar para su consumo, pero si es un vino que va a ser añejado, debe pasar a barricas. Estos nuevos tanques a los que pasará, pueden ser de madera, lo que permitirá que continúe oxidándose y enriqueciendo sus sabores. Sin embargo, también pueden madurarse en contenedores de cemento o metal, que producirán otros procesos químicos en ausencia de oxígeno y madurarán otras características en el vino.
El proceso culmina con el embotellado industrial y etiquetado del vino, que aunque parece algo sencillo, también debe ser muy cuidadoso para que el líquido no vuelva a entrar en contacto con el aire y se agríe.
¿Conocías este proceso? ¿Te ha parecido interesante? Esperamos que sí. En Tierra de Jamón tenemos nuestro vino Cantina Mora en variedades Tinto y Blanco y seguro que ahora apreciarás en su justa medida al saber cómo se produce.
Disfruta de la calidad de nuestros productos en nuestra tienda online.
