Cuando hablamos de cerdo ibérico, no podemos dejar de evocar animales en dehesas pastando tranquilamente en esas zonas arboladas pobladas por encinas y alcornoques. Hoy te contamos algunas curiosidades sobre él que hacen que su carne sea un manjar.
Se sabe que esta raza propia de la península proviene del jabalí mediterráneo (sus mediterraneus) que en sus orígenes posiblemente se trasladó desde el norte de África, instalándose en las dehesas del sur y oeste de la península. Es un animal de cría extensiva (al aire libre) que es capaz de caminar hasta 14 km para conseguir las bellotas con las que principalmente se alimenta. Este tipo de crianza y alimentación hace que los animales desarrollen musculatura y adquieran peso con estos frutos que le dan un sabor único a su carne.
El cerdo ibérico es una raza que puede presentar un aspecto variado: cabeza pequeña, y figura larga y estilizada con un color que va desde el negro intenso hasta el rubio o retinto, con pelo débil y a veces inexistente. Su tamaño es mediano, pudiendo alcanzar desde 160 hasta 200 kg aproximadamente durante la montanera (periodo del engorde) y su forma es característica, de patas delgadas y pezuñas oscuras. También se ve claramente que su espalda, dorso, grupa y jamones son bastante musculosos. Pero lo que hace tan especial a esta carne, es que tiene infiltraciones de grasa en la musculatura, lo cual hace que sea muy untuosa, sabrosa y aromática.
Finalmente, en cuanto al etiquetado de los jamones que se producen a partir de este tipo de cerdos, existen 4 etiquetas distintas:
Sin duda, los jamones derivados de este tipo de cerdos son un producto para los paladares más exigentes.¡No te los pierdas!
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